El Evangelio de la Verdad es una alegría para aquellos que han recibido del Padre de verdad el don de conocerle, a través del poder de la Palabra que vino del Pleroma. Aquel que está en el pensamiento y la mente del Padre, es decir, aquel al que se llama el Salvador, viniendo el nombre de la obra que Él va a realizar por la redención de aquellos que eran ignorantes del Padre. El nombre del Evangelio proviene de la proclamación de la esperanza que es un descubrimiento para aquellos que buscan.
Ciertamente todos buscaban al Único del que proceden y todos estaban en el interior de Él, el incomprensible, el inconcebible que está por encima de todo pensamiento. La ignorancia del Padre produjo angustia y terror. Y la angustia se hizo espesa como la niebla de manera que nadie podía ver.
Por esta razón el error llegó a ser poderoso; manejó los asuntos con necedad no habiendo conocido la verdad. Se dispuso a forjar una criatura empleando todo su poder, de la manera más hermosa, en crear el sustituto de la verdad.
Esto no resultó una humillación para él, el inaprehensible, el inconcebible porque no eran nada, la angustia y el olvido y la criatura de mentira, mientras que la verdad establecida es inmutable, imperturbable, perfecta en belleza. Por esta razón, despreciad el error.
Careciendo, por lo tanto, de raíz, cayó en una niebla en relación con el Padre, mientras estaba empeñado en preparar obras y olvidos y terrores para por medio de éstos poder atar a aquellos del medio y capturarlos. El olvido de error no fue revelado. No es (...) bajo el Padre. El olvido no llegó a existir bajo el Padre, aunque llegó a existir por su causa. Sino que lo que llega a existir en Él es el conocimiento, que apareció para que el olvido pueda desvanecerse y el Padre pueda ser conocido.
De manera que el olvido llegó a existir porque el Padre no era conocido, de manera que si el Padre llega a ser conocido, el olvido no existirá a partir de entonces.
Este es el Evangelio del único que es buscado, que es buscado, que fue revelado a aquellos que son perfectos por las misericordias del Padre: el misterio escondido, Jesús, el Cristo. Con Él: iluminó a los que estaban en la oscuridad. De fuera del olvido los iluminó, les mostró un camino.
Y el camino es la verdad que Él les enseñó. Por esta razón el error se encolerizó con Él, lo persiguió, se consternó por Él y fue llevado a la ira. Fue clavado en un madero; se convirtió en un fruto del conocimiento del Padre, que, no obstante, no se hizo destructivo porque fue comido y para aquellos que se lo comieron el descubrimientos fue motivo de alegría.
Porque Él los descubrió en Sí mismos y ellos le descubrieron en sí mismos, al incomprehensible, el inconcebible, el Padre, el perfecto. Aquel que hizo todo, ya que todo está dentro de Él y todo lo necesita puesto que Él retiene la perfección de todos dentro de sí mismo, perfección que no dio a todos. El Padre no tenía celos. ¿Que celos podía haber entre Él y sus miembros? Porque si el eón hubiera (recibido) así su (perfección) no podría haber venido (...) el Padre, puesto que Él retenía la perfección de ellos dentro de sí mismo, concediéndole a ellos por amor de sí mismo, y un conocimiento único en perfección. Él fue el que diseñó a todos y todos están dentro de Él y todos lo necesitan.
Como en el caso de uno al cual ignoran algunos, que desea que lo conozcan y lo amen así que (ya que todos necesitan el conocimiento concerniente al Padre) se convirtió en un guía, descansado y tranquilo. Fue a las escuelas y habló la palabra como un maestro. Acudieron hombres, que se consideraban a sí mismos sabios, poniéndole a prueba. Pero Él los confundió porque eran necios y ellos lo odiaron porque no eran realmente sabios.
Después de todas estas cosas también acudieron los niños, aquellos a los que pertenece el conocimiento del Padre. Habiendo sido fortalecidos aprendieron las impresiones del Padre. Conocieron y fueron conocidos, fueron glorificados y glorificaron.
En su corazón les fue revelado el libro viviente de los vivientes, el que fue escrito en el pensamiento y la mente (del) Padre y el cual desde antes de la fundación de todo estaba en el interior de las (partes) incomprensibles de Él, es el libro del que nadie puede echar mano porque está reservado para aquel que lo tomará y será muerto. Nadie podría haber aparecido entre aquellos que creyeron en la salvación a menos que el libro hubiera intervenido. Por está razón el misericordioso, el fiel, Jesús, fue paciente al aceptar los sufrimientos hasta que tomó aquel libro puesto que sabe que su muerte es vida para muchos. Igual que permanece oculta en un testamento hasta que se abre, la fortuna del fallecido dueño de la casa, así sucede con todo lo que permanece oculto mientras el Padre de todo fue invisible, aquel que procede de si mismo y del que proceden los espacios.
Por esta razón apareció Jesús; se vistió de ese libro, fue clavado en un madero; publicó el edicto del Padre en la cruz. ¡Oh, que enseñanza más grande! Ascendiente hasta la muerte aunque la vida eterna le viste. Habiéndose despojado de los harapos perecederos, se vistió de una forma imperecedera que nadie puede arrebatarle. Habiendo entrado en los espacios vacíos de los terrores, pasó a través de aquellos que habían sido desnudados por el olvido, siendo conocimiento y perfección, proclamando las cosas que están en el corazón de el (Padre) para (...) enseñar a aquellos que recibirán la enseñanza.
Aquellos que han de recibir la enseñanza (son) los vivos que están inscritos en el libro de los vivos. Reciben enseñanza acerca de sí mismos. La reciben del Padre volviéndose a Él otra vez. Puesto que la perfección de todos está en el Padre, es necesario para todos ascender a Él. Entonces, si alguno tiene conocimiento, recibe lo que es suyo y los arrastra hacia si mismo. Porque el que es ignorante padece necesidad y aquello de lo que carece es grande, porque carece de lo que le hará perfecto. Puesto que la perfección de todos está en el Padre y es necesario para todos ascender a El y para todos recibir lo que es suyo, El los alistó con antelación habiéndolos preparado para hacer entrega a aquellos que procedieran de El.
Aquellos cuyo nombre El conocía con anticipación fueron finalmente llamados de manera que aquel que tiene conocimiento es el único cuyo nombre el Padre ha dicho. Porque aquel cuyo nombre no ha sido pronunciado es ignorante. ¿Ciertamente cómo escuchará uno si su nombre no ha sido pronunciado? Porque aquel que es ignorante hasta el fin es una criatura del olvido y se desvanecerá al mismo tiempo. De no ser así ¿cómo es que estos miserables no tienen nombre?, ¿cómo es que no tienen la llamada? Por lo tanto si alguien tiene conocimiento es de arriba. Si es llamado, escucha, responde y se vuelve hacia el que le llama y asciende a El. Y sabe de qué manera es llamado. Teniendo conocimiento hace la voluntad del que lo llamó, desea ser complaciente para con El, recibe descanso.
El nombre de todos llega a él. Aquél que tiene conocimiento de este asunto sabe de dónde viene y a dónde va.
Lo sabe igual que aquella persona que habiéndose emborrachado se apartado de su borrachera, y habiendo vuelto en sí ha arreglado sus cosas. Ha apartado a muchos del error. Ha marchado antes por sus caminos de forma que se han apartado cuando han recibido error, procedente de la profundidad de aquel que rodea todos los espacios mientras que nadie le rodea a Él.
Fue una gran maravilla que ellos estuvieran en el Padre, sin conocerlo, y que vinieran por sí mismos puesto que eran incapaces de aprender o conocer a aquel en quien estaban. Si su voluntad no hubiera brotado de Él porque Él la reveló en razón de un conocimiento en el cual concurren todas las emanaciones. Este es el conocimiento del libro vivo que reveló a los eones hasta la última letra revelando como no son vocales ni consonantes para que alguien pueda leerlas y pensar alguna estupidez sino que son letras de verdad que sólo hablan al que las conoce.
Cada letra es un pensamiento completo, como un libro completo puesto que son letras escritas por la Unidad, habiéndolas escrito el Padre por los eones para que por medio de sus letras conocieran al Padre. Su sabiduría contempla la Palabra, su enseñanza la dice.
Su conocimiento la ha revelado. Su paciencia es una corona sobre ella, su gentileza está en armonía con ella, su gloria la ha exaltado, su imagen la ha revelado, su reposo la ha recibido en sí misma, su amor ha formado un cuerpo sobre ella. Su fidelidad la ha abrazado. De esta manera la Palabra del Padre entra en todo como el fruto (de) su corazón y una impresión de su voluntad. Pero sustenta todo, escoge y recibe también la impresión de todo purificándole y devolviéndole al Padre, a la Madre, Jesús infinidad de bondad.
El Padre revela su seno, ahora su seno es el Espíritu Santo. Revela lo que está escondido de Él , lo que está escondido de Él es su Hijo, de manera que por las gracias del Padre los eones puedan conocerlo y dejen de trabajar en busca del Padre descansando en Él sabiendo que eso es el descanso. Habiendo cubierto lo deficiente abolió la forma, la forma es el mundo en el que sirvió. Porque en el lugar donde hay envidia y contienda hay diferencia, pero en el lugar donde está la Unidad hay perfección.
Puesto que lo deficiente llegó a existir porque el Padre no era conocido, por eso cuando el Padre es conocido, desde ese momento ya no existe lo deficiente. Al igual que sucede con la ignorancia de una persona que cuando adquiere conocimiento su ignorancia se desvanece por sí misma, al igual que sucede con la oscuridad cuando aparece la luz, de la misma manera también lo deficiente se desvanece en la perfección. Desde ese momento en adelante la forma no es aparente sino que se desvanecerá en la fusión de la Unidad, porque ahora sus obras están desparramadas. A su tiempo la Unidad perfeccionará los espacios.
Dentro de la Unidad cada uno llegará a sí mismo; dentro del conocimiento se purificará a sí mismo de la multiplicidad para entrar en la Unidad consumiendo la materia que hay en su interior como fuego, y (consumiendo) la oscuridad con la luz y la muerte con la vida.
Si realmente nos han sucedido estas cosas a todos nosotros tenemos que procurar, sobre todas las cosas, que la casa sea santa y esté en silencio para la Unidad. (Sucede lo mismo) que en el caso de algunas personas que salieron de moradas donde había cacharros en lugares que no eran buenos. Los rompieron y el dueño de la casa no lamenta la pérdida. Por el contrario se alegra porque en lugar de los cacharros malos hay multitud de cacharros que son perfeccionados. Porque así es el juicio que ha venido de arriba.
Se ha juzgado a todos; es una espada desenvainada, de dos filos, cortante por ambos lados. Cuando la Palabra vino, aquel que está dentro del corazón de aquellos que la pronuncian, no es sólo un sonido sino que se convirtió en un cuerpo, una gran turbación se produjo entre los cacharros porque algunos habían sido vaciados, otros llenados; es decir, algunos habían recibido contenido, otros habían sido vaciados, algunos habían sido purificados y otros quebrados. Todos los lugares fueron conmovidos y turbados porque no tenían ni orden ni estabilidad. El error se encontró perturbado sin saber qué hacer; estaba apenado, lamentándose, afligiéndose porque no sabía nada. Cuando el conocimiento se le acercó, esto significa la caída del error y de todas sus emanaciones, el error quedó vacío sin tener nada dentro.
La verdad vino; todas sus emanaciones la conocieron. Saludaron al Padre en verdad con su poder perfecto que los une con el Padre. Porque todos aman la verdad porque la verdad es la boca del Padre; su lengua es el Espíritu Santo.
El que se une a la verdad es unido a la boca del Padre por su lengua siempre que recibe el Espíritu Santo. Ésta es la manifestación del Padre y su revelación a sus eones: manifestó lo que de sí mismo estaba escondido; lo explicó.
Porque ¿quién puede contener en su interior sino sólo el Padre? Todos los espacios son emanaciones suyas. Han sabido que proceden de Él como los niños (proceden) de un hombre adulto. Sabían que todavía no habían recibido forma ni nombre aquellos a los que el Padre señala. Después cuando reciben forma por el conocimiento de Él, aunque en verdad está dentro de Él, no lo conocen. Pero el Padre es perfecto conociendo cada espacio dentro de Él. Si lo desea se manifiesta a quien quiere dándole forma y dándole nombre, y le da un nombre y lo reúne con los que han llegado a existir, los cuales antes de existir ignoran al que los formó.
No digo que no sean nada los que aún no han llagado a existir, sino que están en Él quienes querrán llegar a existir cuando Él quiera, en el tiempo venidero. Antes de que todo aparezca, Él sabe lo que producirá. Pero el fruto que aún no se ha manifestado no sabe nada ni hace nada. De la misma manera también todo espacio que es él mismo en el Padre procede de aquel que existe, que lo formó de lo que no existe. Porque el que no tiene raíz tampoco tiene fruto, sino que piensa para sí: «He venido a existir» sin embargo perecerá. Por esta razón, el que no existió en absoluto nunca llegara a existir. ¿Entonces qué quiso pensar de sí mismo? Esto: «Yo he llegado a ser como las sombras y los fantasmas de la noche». Cuando la luz brilla sobre el terror que esa persona había experimentado, sabe que no es nada.
Así que ignoraban al Padre, que es aquel al que no vieron. Por lo tanto hubo terror y turbación e inestabilidad y duda y división, hubo muchas ilusiones operando y hubo ficciones vacías como sí se hubieran hundido en el sueño y se encontraran con pesadillas turbadoras. O hay lugar al que huyen o sin fuerza vienen de haber perseguido a otros, o están involucrados en golpes o ellos mismos están recibiendo golpes o han caído desde lugares altos o se han lanzado al aire aunque ni siquiera tienen alas.
En ocasiones es como si la gente los estuviera asesinando, aunque ni siquiera uno los persigue, o ellos mismos están matando a sus prójimos porque han sido manchados con su sangre. Cuando los que pasan por todas estas cosas despiertan, no ven nada (aunque estuvieran en medio de todas estas turbaciones) porque no son nada. Tal es el camino de aquellos que han apartado de si la ignorancia como si fuera sueño, no estimándola en nada, ni estiman sus obras como cosas sólidas, sino que las dejan tras de sí como un sueño en la noche. Ellos valoran el conocimiento del Padre como la aurora. Ésta es la manera en que todos han actuado, como si hubieran despertado cuando eran ignorantes.
Y ésta es la manera en que han llegado al conocimiento, como si hubieran despertado. Bendito sea el hombre que vendrá y se despertará. Y bienaventurado aquel que ha abierto los ojos de los ciegos. Y el Espíritu corrió tras él esforzándose por despertarlo. Tras extender su mano a aquel que yacía en tierra, lo puso en pie porque aún no se había levantado. Les dio los medios de conocer el conocimiento del Padre y la revelación de su Hijo.
Porque cuando le hubieron visto y le hubieron oído les concedió gustar y oler y tocar al Hijo amado.
Cuando hubo aparecido instruyéndoles sobre el Padre, el incomprensible, cuando les hubo insuflado lo que está en la mente, haciendo su voluntad, cuando muchos hubieron recibido la luz, se volvieron hacia Él. Porque los seres materiales eran extraños y no vieron su semejanza y no lo conocieron. Porque Él vino mediante apariencia carnal mientras nada impedía su carrera porque era incorruptibilidad e irresistibilidad.
Hablando de cosas nuevas y siguiendo hablando de lo que está en el corazón del Padre, les mostró la palabra sin defecto. La luz habló a través de su boca y su voz dio a luz la vida. Les dio pensamiento y comprensión y misericordia y salvación y el espíritu poderoso que procede de la infinitud y de la bondad del Padre. Hizo que los castigos y las torturas cesaran porque estaban apartando de su rostro a algunos que necesitaban misericordia, presos del error y las cadenas; y los destruyó con poder y los confundió con conocimiento. Se convirtió en un camino para aquellos que estaban perdidos y en conocimiento para aquellos que eran ignorantes, fue un descubrimiento para aquellos que buscaban y un apoyo para aquellos que flaqueaban, y significó pureza sin mancha para aquellos que estaban contaminados.
Él es el pastor que dejó detrás las noventa y nueve ovejas que no se perdieron. Fue en busca de la que se había perdido. Se regocijó cuando la encontró, porque noventa y nueve es un numero que está en la mano izquierda que agarra. Pero cuando el uno es encontrado, todo el número pasa a la diestra. Lo mismo sucede con el que carece del amo; es decir, la diestra agarra lo que es deficiente y lo toma de la mano izquierda y lo lleva a la derecha, y así el número llega a ser cien. Es la señal de aquel que es justo: el Padre. Incluso en sábado trabajó por las ovejas que encontró caídas en el pozo. Dio vida a las ovejas sacándolas del pozo para que pudierais conocer interiormente, vosotros, los hijos del conocimiento interior, lo que es el sábado en el cual para obtener salvación no se puede holgazanear, a fin de que podáis hablar del día de arriba que no tiene noche, y de la luz que no se extingue porque es perfecta. Por lo tanto, decid desde el corazón que sois el día perfecto y en vosotros mora la luz que no se apaga.
Hablad de la verdad con aquellos que la buscan y del conocimiento a aquellos que en su error han cometido el pecado. Afirmad el pie de aquellos que han tropezado y tended vuestras manos a aquellos que están enfermos. Alimentad a aquellos que tienen hambre y proporcionad descanso a aquellos que están cansados, y levantad a aquellos que desean levantarse, y despertad a aquellos que duermen. Porque vosotros sois el entendimiento que se obtiene. Si la fuerza actúa así llega a hacerse aún más fuerte.
Preocupaos de vosotros mismos; no os preocupéis de las cosas que habéis echado de vosotros mismos. No regreséis a lo que vomitasteis para coméroslo. No seáis polillas, no seáis gusanos porque ya habéis rechazado serlo. No os convirtáis en morada del diablo porque ya lo habéis destruido.
No fortalezcáis a aquellos que son obstáculos para vosotros (y que ya se están viniendo abajo) como si fuerais un apoyo para ellos. Porque el injusto es alguien al que hay que tratar peor que al justo. Porque el primero actúa como una persona injusta; el último como un justo que hace sus obras entre otros. Así vosotros, haced la voluntad del Padre, porque sois de Él.
Porque el Padre es misericordioso y en su voluntad hay buenas cosas. Él tomó las cosas que son vuestras para que podáis hallar reposo en ellas. Porque por el fruto se conocen las cosas que son vuestras porque los hijos del Padre son su aroma, porque proceden de la gracia de su faz. Por esta razón el Padre ama su fragancia y la manifiesta en todo lugar y si la mezcla con la materia le da su fragancia a la luz y en su reposo hace que sebrepase toda forma (y) todo sonido.
Porque no son los oídos los que huelen la fragancia, sino que es el aliento el que tiene el sentido del olfato y atrae la fragancia hacia sí y es sumergido en la fragancia del Padre. La guarda, después, la lleva al lugar de donde procedió su primera fragancia que se enfrió. Es algo en forma psíquica que es como el agua fría que ha (...), que está en la tierra que no es sólida, la cual aquellos que la ven piensan que es tierra; después se disuelve otra vez. Si un aliento la atrae, se calienta. Las fragancias, por tanto, que son frías provienen de la división. Por esta razón vino (la fe); alejó la división y trajo el cálido pleroma del amor para que el frío no regrese de nuevo sino que se produzca la unidad del pensamiento perfecto.
Ésta es la palabra del evangelio del descubrimiento del pleroma para aquellos que esperan la salvación que viene de lo alto. Cuando la esperanza esté expectante en los que esperan, aquellos cuya imagen es luz sin sombra en ella, vendrá el pleroma. La deficiencia de la materia no se ha alzado a través de la ausencia de límites del Padre, que está a punto de concluir el tiempo de la deficiencia, aunque nadie podría decir que el incorruptible vendrá de esta manera. Pero la profundidad del padre se multiplicó y el pensamiento del error no existió con
Él. Es algo que cae, es algo que fácilmente se levanta de nuevo al descubrir a aquel que ha venido a él y que le traerá de regreso. Este traer de regreso es llamado arrepentimiento.
Por esta razón la incorruptibilidad alentó; persiguió a aquel que había pecado para que pudiera descansar. Porque el perdón es lo que permanece por medio de la luz en lo deficiente, la palabra del pleroma. Porque el médico corre al lugar donde hay enfermedad a causa de su voluntad que está en él.
El que tiene una deficiencia no la esconde porque uno tiene lo que a otro le falta. Lo mismo sucede con el pleroma, que no tiene deficiencia; llena su deficiencia. Eso es lo que hizo colmando lo que le falta para que pueda recibir la gracia. Cuando era deficiente no tenía la gracia. Por eso existe disminución en el lugar donde no hay gracia. Cuando lo disminuido fue recibido, reveló aquello de lo que carecía, como un pleroma; ése es el descubrimiento de la luz de verdad que creció sobre Él porque es inmutable.
Por eso se habló de Cristo entre ellos para que los que estaban trastornados pudieran recibir el ser vueltos (arrepentimiento) y Él pudiera ungirlos con unción. La unción es la misericordia del Padre que tendrá misericordia para con ellos. Aquellos a los que ha ungido son los que han llegado a ser perfectos. Porque los cacharros llenos son aquellos que son ungidos usualmente. Pero cuando la unción de un cacharro se desvanece, queda vacío, y la razón para que allí se encuentre una deficiencia es aquello a través de lo cual se va la unción. Porque en esa ocasión un aliento lo arrastra, un aliento que está regido por el poder de aquel que está con él. Pero de aquel que no tiene deficiencia no es quitado ningún sello ni nada es vaciado. Y de aquello de lo que carece le llena el Padre perfecto otra vez. Él es bueno. Conoce su plantación porque Él la plantó en su paraíso y su paraíso es su lugar de descanso.
Ésta es la perfección en el pensamiento del Padre, y éstas son las palabras de su meditación. Cada una de sus palabras es la obra de su única voluntad en la relación de su Palabra. Mientras estaban todavía en la profundidad de su pensamiento, la Palabra que iba a venir primero les reveló con una mente que habla la única Palabra en gracia silenciosa. Fue llamado sin embargo puesto que estaban en ella antes de ser revelado. Sucedió entonces que primero vino en el tiempo que complació a la voluntad de aquel que quiso. Y la voluntad es lo que el Padre descansa y con lo que se complace. Nada sucede sin Él y nada acontece sin la voluntad del Padre, pero su voluntad es incomprensible.
Su rostro es la voluntad y nadie la conocerá ni es posible para nadie encontrarla a fin de apoderarse de ella.
Pero cuando Él lo desea, lo que Él desea es esto –incluso si la vista no les complace de ninguna forma– delante de Dios está la voluntad, el Padre. Porque Él conoce el inicio de todo ellos y su fin. Porque cuando llegue el final de ellos les preguntará directamente. El final es recibir conocimiento acerca de aquel que está oculto, y este es el Padre, del cual vino el principio, al cual todos los que han venido de Él volverán. Y ellos han aparecido para la gloria y el gozo de su nombre.
Ahora bien el nombre del Padre es el Hijo. Éste es aquel que primero dio un nombre a aquel que vino de Él, que era Él mismo y al que engendró como hijo. Le dio su nombre que le pertenecía; puesto que es aquel al que pertenece todo lo que existe en torno suyo, el Padre. Suyo es el nombre; suyo es el Hijo. Para Él es posible ser visto. Pero el nombre es invisible porque el misterio del invisible sólo viene a los oídos que están llenos de él. Porque ciertamente el nombre del Padre no es hablado, sino que se trasparenta a través de un Hijo.
Por ello el nombre es algo grande. ¿Por lo tanto quién podrá pronunciar un nombre para Él, el gran nombre, excepto aquel sólo a quien el nombre pertenece y los hijos del nombre en quienes descansó el nombre del Padre y a quienes Él hizo descansar en su nombre? Ya que el Padre no fue engendrado, sólo Él engendró un nombre para sí mismo antes de crear los eones para que el nombre del Padre estuviera sobre la cabeza de ellos como señor, es decir el nombre en verdad que es firme en su orden a través de un poder perfecto.
Porque el nombre no está formado por simples palabras ni consiste en apelaciones sino que es invisible. Se dio un nombre a sí mismo puesto que se ve a sí mismo, Él solo tiene el poder para darse un nombre. Porque el no existe, no tiene nombre. Porque ¿que nombre es dado al que no existe? Pero aquel que existe también existe con un nombre y se conoce a sí mismo. Darse a sí mismo un nombre es prerrogativa del Padre. El hijo es su nombre. Por lo tanto, no lo escondió en la obra, sino que el hijo existió; a Él solo se le dio el nombre. Por lo tanto el nombre es el del Padre, como el nombre del padre es el del Hijo. ¿Ciertamente dónde encontraría la misericordia un nombre excepto con el Padre?
Pero sin duda, alguien dirá a su prójimo, «¿Quién es aquel que dará un nombre a aquel que existió antes que él, como si los hijos no recibieran el nombre de los que los engendraron?». Primero debemos por tanto reflexionar sobre este asunto: ¿cuál es el nombre? Es el nombre en verdad; por lo tanto no es el nombre del Padre que es el único apropiado.
Por lo tanto no recibió el nombre prestado como otros según la forma en que cada uno es creado. Sino que éste es el nombre apropiado. No hay ninguno más que aquel que le dio. Pero es innombrable, indescriptible, hasta el tiempo cuando el que es perfecto habló de sí mismo. Y ése es el que tiene el poder para hablar su nombre y verlo.
Por lo tanto cuando le complació que su nombre que es pronunciado fuera su Hijo, y le dio el nombre, a aquel que vino de lo profundo, habló sobre sus cosas secretas sabiendo que el Padre es un ser sin maldad. Por esta razón lo trajo para hablar sobre el lugar y el sitio de descanso del que había venido para glorificar al Pleroma, a la grandeza de su nombre y la bondad del Padre. Hablará sobre el lugar del que todos vienen y intentará regresar de nuevo a la región donde recibió su ser esencial y ser llevado a ese lugar –el lugar donde estuvo– paladeando ese lugar y recibiendo alimentación y recibiendo crecimiento. Y su propio lugar de descanso es su pleroma.
Por lo tanto, todas las emanaciones del Padre son pleromas y la raíz de todas sus emanaciones está en aquel que hizo que todas crecieran en sí mismo. Les asignó sus destinos. De ahí que todos aparezcan para que a través de sus propios pensamientos (...). Porque el lugar al que envían su pensamiento, ese lugar es su raíz, que los lleva en toda su altura hasta el Padre.
Poseen su cabeza que es reposo para ellos y se aferran a Él, como si quisieran decir que han participado de su rostro besándolo. Pero no hacen de esta manera, porque no se sobrepasaron ni carecieron de la gloria del Padre ni pensaron de Él que era pequeño ni que era cruel ni que era colérico, sino que pensaron que era un ser sin mal, imperturbable, bondadoso, que conocía todos los espacios antes de que llegaran a existir y que no tiene necesidad de ser instruido.
Así son los que poseen algo procedente de arriba, de la grandeza inconmensurable, cuando van en pos del único, del perfecto, de aquel que está allí por ellos. Y no descienden al Hades ni tienen envidia ni padecen el sufrimiento o la muerte dentro de ellos, sino que reposan en aquel que está en reposo, ni contienden ni se ven envueltos en la busca de la verdad. Sino que ellos mismos son la verdad; y el Padre está dentro de ellos y ellos están en el Padre, siendo perfectos, siendo indivisos en el verdaderamente Bueno, no siendo deficientes en nada, sino que reposan descansados en el Espíritu. Y ellos harán caso de su raíz. Se ocuparán de aquellas cosas en las que él encontrará su raíz y no sufrirán pérdida para su alma. Éste es el lugar de los bienaventurados; éste es su lugar.
En cuanto al descanso, que sepan en sus lugares, que no tiene sentido para mí (tras llegar al lugar de descanso) hablar de nada más. Allí es donde estaré para ocuparme en todo momento del Padre de todos los hermanos verdaderos, aquellos sobre los que el amor del Padre es derramado y entre los cuales no hay carencia de Él. Ellos son los únicos que aparecen en verdad puesto que existen en vida verdadera y eterna y hablan de la luz que es perfecta y está llena de la semilla del Padre, y que está en su corazón y en su Pleroma, a la vez que su Espíritu se regocija en ella y glorifica al único en quién existió porque Él es bueno. Y sus hijos son perfectos y dignos de su nombre, porque Él es el Padre: ama a los hijos que son de esta clase.
-El Evangelio de la Verdad-
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