Aquí habría que hablar sobre la ética de Lao Tsé. Pero resulta que en su obra no encontramos ningún concepto de ética, en el sentido de una ley racional que determine la manera correcta de actuar. Todo lo contrario: Lao Tsé, al igual que lucha contra la cultura y contra los patrimonios a que da lugar, es adversario de la moral y de las virtudes de que ésta se adorna...
Para él, moral y cultura son dos fenómenos emparentados. Cada cultura tiene una moral subyacente. Como la cultura, la moral se aparta de la base Materna natural, razón por la cual Lao Tsé la desaprueba. Expresa su desaprobación en unos aforismos parecidos a los ataques de Nietzsche y como emplea a menudo la paradoja, a veces resulta algo difícil seguir su hilo argumentativo y descubrir sus convicciones; es un Proteo que se sustrae a ser cogido toscamente gracias a una transformación continua...
Pocas de las palabras que dice pueden interpretarse al pie de la letra o considerarse rotundamente como una convicción clara y definida. Lao Tsé no escribió para los filisteos y hasta parece que le divertía en secreto que los filisteos se rieran de él a carcajadas...
Buscando las razones que le llevaron a condenar la moral de su tiempo, se nos aparecen los caminos que indica para que los hombres actúen rectamente. Desvincula la ética del deber, resituándola en el contexto de la naturaleza, la reconduce desde el hombre hacia el TAO, de lo artificial a lo sencillo y natural...
Lo que Lao Tsé desaprueba primeramente de la moral es su principio formal: las órdenes que da. el hecho de que establezca deberes. Que requiera de leyes y medidas. Por medio de las leyes y las medidas conseguimos justo lo contrario de lo que pretendemos lograr. Cuantas más leyes haya, cuanto más se expandan los deberes molestos, tantos más ladrones y malhechores habrá, ya que la ley de la naturaleza humana nos pide resistir frente a cualquier clase de obligación. Y la obligación moral es peor que ninguna. Por ello, la moral es el más pobre y superficial de los motivos que se les ofrecen a los seres humanos. La moral lucha con la espada gastada, surtiendo un efecto contrario al deseado. Y no le sirve de nada agitar los brazos en ademán amenazador para arrastrar a los hombres hacia ella, le falta la naturalidad de lo obvio...
Así no es de extrañar que la moral conozca un especial auge en los tiempos de declive. Cuando los seres humanos dejan de comportarse natural y bondadosamente, entonces florece la moral. Cuando hay desacuerdo entre los parientes, surgen el deber filial y el amor; cuando se expanden el desorden y la confusión por los estados, aparecen los fieles servidores. De ahí se deduce que la moral siempre necesita de su contrario para lucirse...
Solo como excepción resplandece. Precisamente por eso se condena a sí misma...
No es únicamente el principio formal de la moral, el deber, la ley, lo que Lao Tsé rechaza. Combate igualmente el principio que determina su contenido, el ideal del bien y de las virtudes. Ya vimos que lo bueno no es nada absoluto en sí, que únicamente es una parte del par de opuestos complementarios. Igual que no hay luz sin sombra, no puede haber bien sin mal. Si todos los seres humanos aceptan lo bueno como bueno, dan por sentado al mismo tiempo lo malo. Por ello, la diferencia que existe entre lo bueno y lo malo no es más esencial que la que hay entre la afirmación "desde luego que sí" y la afirmación algo vacilante "pues, sí". El punto de vista de Lao Tsé está, decididamente, mas allá del bien y del mal. Lo absoluto se halla más allá de los antagonismos inherentes a este mundo, allí donde éstos desembocan en una Unidad Superior...
Tampoco hay acuerdo en cuanto a lo que es bueno o malo. En cada época y lugar, las concepciones son diferentes. Es útil recordar aquí, a modo de complemento, los relatos sobre las conversaciones habidas entre Lao Tsé y Confucio, ya que los pareceres atribuidos en ellas a Lao Tsé están totalmente en la línea de las opiniones que expone en el Tao Te King. En las conversaciones dice que la moral y las costumbres son solo restos de tiempos pasados y afirma que el espíritu de las épocas es algo único que cambia constantemente, perdiéndose para siempre una vez muertos los soberanos que crean la moral. Los hábitos y las leyes de los antiguos gobernantes no eran grandes por el hecho de concordar con las circunstancias, sino porque consiguieron establecer un orden, de la misma forma que los distintos frutos tienen sabores muy diferentes y no obstante, es bueno el sabor de todos y cada uno...
De ello resulta que las costumbres y las leyes deben adaptarse a los tiempos y cambiar con ellos. No hay nada que sea bueno siempre y en todas partes...
La moral es algo relativo, nada absoluto...
El fallo más grande de la moral consiste en hacer a los hombres demasiado conscientes y utilitaristas, arrebatándoles la inocencia de la simplicidad...
Lao Tsé expone toda una serie de agravantes. Quien estima la vida, no actúa y no tiene finalidades. Quien aprecia el amor, actúa, pero sin una finalidad. Quien aprecia la justicia, actúa y persigue finalidades...
Quien aprecia la moral, actúa y si no le respondes... entonces agita los brazos, amenazante, intentando arrastrarte. La moral es una carencia de fidelidad y de fe y el comienzo de la confusión, del mismo modo que la premeditación es la falsa apariencia del Sentido y el comienzo de la necedad. Por ello, la moral, junto con la cultura, son síntomas de decadencia, desviaciones de la auténtica vida natural...
Además, hace que el ser humano sea antinatural y amanerado. Le obliga a contenerse en numerosas ocasiones, impidiéndole gastar sus energías vitales. Lo convierte en afectado y le obliga a ir siempre de puntillas. Así no se puede avanzar. Conforme aumenta la arrogancia en una persona de este tipo, más repugnante resulta por su hipocresía. Para el Sentido es como los desperdicios de cocina o como una úlcera purulenta y todos los seres la odian...
La moral, finalmente y para la mayoría de las personas, no es más que un medio de brillar en la plenitud de su propio resplandor. Uno no puede pasar por alto lo que todos veneran, lo que la masa considera bueno, sin pagar por ello. Los seres de la masa se sienten todos tan inteligentes y sabios y son tan arrogantes vistiendo su mísero abrigo de moral, que no guardan más que desprecio y desaprobación para los marginados...
Lao Tsé constituye el comienzo de una nueva época en la historia del pensamiento chino. Disuelve la ley, dando de esta forma una nueva base a la ética. Confucio comparte en gran medida el punto de vista de Lao Tsé en lo que atañe al principio. El No-actuar, el No-influir por medio de leyes y mandamientos es también un ideal suyo. También él considera lo natural, lo instintivo, como lo supremo...
Pero su método es distinto. Ambos conceptos ocupan lugares muy diferentes calos sistemas de Confucio y Lao Tsé. Las buenas costumbres que Lao Tsé desprecia por no ser más que despojos externos, son para Confucio el medio de guiar al individuo hacia el bien, el instrumento que le indica su posición adecuada dentro del conjunto del organismo humano a través del suave poder de la tradición, de la opinión pública y de la moda...
Confucio también aprecia mucho lo natural, pero para él, lo natural no es lo contrario de lo humano, sino su complemento armónico. El reúne la naturaleza con la cultura, Lao Tsé las separa. Si nos preguntamos ahora cómo puede el ser humano encontrar la posición que le corresponde en el gran conjunto de la naturaleza, hallamos en la obra de Lao Tsé un concepto que forma parte de los conceptos básicos del Tao Te King, aunque no llega a tener la importancia de la noción del TAO. Es el término TE. Este concepto da comienzo, en el capítulo 38, a la segunda parte de la obra, razón por la que ésta recibió el nombre de Tao Te King...
Conviene destacar que la palabra TE tiene en esta obra un significado muy distinto del que suele tener en la lengua china. La palabra se compone de los ideogramas "directo" y "corazón" y significa, en su origen, aquello que sale directamente del corazón, es decir, la fuera vital original. Los comentarios chinos lo definen como "lo que reciben los seres para vivir".
Para Lao Tsé, la energía original de la vida es la energía que nace del TAO.
No obstante, la energía vital conlleva una restricción frente al TAO, entendido éste como principio universal. La energía vital no es más que la parte que cada individuo posee del TAO. Cabría comparar esta relación con ciertas especulaciones indias acerca de Brahmán o el fondo universal y Aunan o el fondo del individuo, siendo semejantes uno y otro. Mientras que, para Lao Tsé, la palabra TE tiene el significado bastante espontáneo de algo original, en la lengua china de épocas posteriores se hace de ella un empleo mucho más abstracto, sobre todo en los usos no-taoístas...
Primero significa la calidad de algo, una calidad que puede considerarse buena o mala; luego, el carácter que ha de ser desarrollado con cuidado y finalmente, el buen carácter, el modo de vivir virtuoso, la virtud. Más tarde, las nociones TAO y TE, comprendidas como "Vía y Virtud", se emplean conjuntamente con los términos del confucionismo "Amor y Justicia" ("Jen" e "I")...
No hace falta hacer especial hincapié en el hecho de que la paulatina pérdida de significado de la palabra está muy lejos del pensamiento de Lao Tsé. Por eso, nosotros la traducimos por "Vida".
Aunque la Vida, en su manifestación suprema, siempre aparece individualizada, el individuo no es más que un recipiente hecho para contener el TAO. El individuo no se exige nada, ni siquiera se conoce a sí mismo, no actúa, no tiene finalidades ni intenciones y precisamente por eso, vive...
Donde esta inconsciencia se halla enturbiada, comienza un descenso escalonado hacia el amor al prójimo, que tampoco tiene finalidades y no "quiere" nada, pero que actúa e influye; después viene la justicia, la cual, tiene finalidades y obra según el principio: "Yo te doy para que tú me des también" y finalmente, se acaba en las buenas costumbres, en la moral que actúa, que amenaza con los brazos y te arrastra cuando no le respondes. Lo mismo ocurre con las personas que se corresponden con estos niveles. Los de abajo apenas saben que existen los de arriba, aman a los siguientes, temen a los subsiguientes y aborrecen a los últimos...
La Vida no necesita aspirar al reconocimiento. Es reconocida por sí sola, porque engendra, nutre, multiplica, cuida, realiza, mantiene y ampara a todos los seres. Genera sin poseer, obra sin retener, da aliciente sin dominar, en esto consiste su misterio...
Esta Vida va más allá de los antagonismos que se dan en el mundo manifestado, uniéndolos al mismo tiempo. Es fuerte y espléndida, pero permanece tranquilamente en la debilidad y la vergüenza sin intentar salir y elevarse. Su eficacia sin trabas reside, precisamente, en este contraste entre el tesoro y la humilde vestimenta de su portador, merced a esta postura se conserva unida toda la energía que de otra manera se desperdigaría en aspiraciones unilaterales. La fuerza se renueva constantemente y en tanto no halle resistencia, siempre estará dispuesta a cumplir con la actividad que requiera el momento. Quien maneja así la vida, es como un niño que afronta los mayores peligros sin reticencia y con seguridad, que aguanta los mayores esfuerzos sin cansarse...
Quien posee esa Vida no tiene egoísmo, nada hay que desee para sí. No tiene corazón propio, sino que hace suyos los corazones de la gente, es decir, no solo trata a la gente como quisiera que le trataran a él, sino que la trata tal como quiere ser tratada. Su Vida es tan poderosa que todo antagonismo terrenal se desvanece ante él. Es bueno con los buenos, e igualmente bueno con los que no lo son, porque la Vida es la bondad. Para él, no hay hombres perdidos. Los buenos le importan porque pueden enseñarle y los malos, porque necesitan instrucción, de manera que todos le interesan y sabe relacionarse con cada uno en el nivel adecuado. La Vida, aunque se manifiesta individualmente, no está limitada en el individuo. Lo que vive dentro de mí, también vive en los demás. Así es posible que, a partir de mi persona, familia, región, país y estado, pueda yo contemplar la persona, familia, etc., de otro y llegar a comprenderlo. La concepción que induce a juzgar a los demás tomando como base la propia persona, es también una importante noción básica del confucionismo...
Pero Lao Tsé ahonda todavía más. Mientras que Confucio opina que a la vida se responde con vida y al rencor se contesta con un comportamiento correcto, Lao Tsé declara: "Contesta con Vida al odio" . Y expone sus razones: tras un gran rencor, aunque se haya visto compensado, siempre quedará un excedente de rencor. El peso de la culpa se transfiere simplemente de los hombros del ofensor a los del ofendido. El Sabio, que conoce la Vida, cargará con toda la responsabilidad, liberando al otro de todo peso. Esto, naturalmente, requiere energía, solo aquél que esté conectado con la Vida puede llevar sobre sus hombros toda la responsabilidad sin pedir nada a cambio. Quien no tiene la Vida insiste en las apariencias y en todos los casos le imputa la responsabilidad al adversario...
Gracias al hecho de no competir la Vida cobra constantemente nuevas energías, puesto que no derrocha fuerza alguna en luchas contra cosas molestas y ajenas...
El No-actuar forma parte del No-competir. La Vida crece, pero no hace nada. El hacer, el ejercicio consciente de influenciar, el esfuerzo voluntario, o como quieran llamarse las aspiraciones que pertenecen al mundo de las apariencias y de la consciencia superficial, todo sirve únicamente para descargar brevemente los estados de tensión. Quien persigue y alcanza a diario diez finalidades se agota en los ajetreos cotidianos y no tiene profundidad. Las energías cósmicas de las que dispone todo ser humano, se consumen en las fluctuaciones desprovistas de importancia de los antagonismos limitados, arrastrándonos en la rueda de los acontecimientos que llevan del nacimiento al fortalecimiento y de allí a la muerte, pasando por la rigidez. "Agitarse, petrificarse, apegarse a la trivialidad", tal es el destino de los "hacedores". La Vida, en cambio, no hace nada, y nada se queda sin hacer. Al relajarse y dejar que el Tao entre en ella y fluya por ella, evoluciona sin límites y penetra en las misteriosas profundidades cósmicas...
Externamente, esto provoca una determinada postura frente a las cosas y los sucesos. La persona se contiene, permanece abajo, no tiene exigencias, es humilde, sencilla y modesta. Su verdadero poder reside en su debilidad y blandura, porque éstas son las cualidades que caracterizan a la Vida. Lo duro y rígido está destinado a morir, lo blando y débil pertenece a los dominios de la Vida...
Así, Lao Tsé habla de sus tres tesoros: "El primero se llama bondad, el segundo se llama moderación y el tercero se llama no osar ponerse a la cabeza del mundo; gracias a la bondad podemos ser valientes, la moderación nos permite ser generosos y, por no querer encabezar el mundo, podemos ser la guía de las personas realizadas y de los expertos."
La contención y la moderación dan al comportamiento externo una limitación que permite economizar tiempo y esfuerzo. Quien se limita, no gasta más tiempo y energías que las necesarias. Por lo tanto, siempre le sobrarán tiempo y energías para, en el momento justo, dedicarse a los asuntos que requieran un tratamiento previo a la concretización de los gérmenes. Podrá reconocer lo difícil cuando aun es fácil, podrá influir en lo que aun no se ha manifestado. La actitud de obrar a tiempo, que por otra parte comparten Lao Tsé y Confucio, constituye el secreto del éxito. Por lo general, los seres humanos abordan los asuntos cuando éstos están casi acabados, echándolo todo a perder. Mas quien ahorra tiempo y energía, acumula la vida doblemente y por ello no hay nada que se le resista, no consiguiendo los hombres determinar sus límites. Gracias a esto puede influir en los seres humanos, ya que posee las energías nutritivas y estimulantes que necesitan...
El Sabio es el ser humano a través del que fluyen las energías de la Vida misteriosa. El Sabio (Shong Jen) es un concepto compartido por Lao Tsé y Confucio. Es el ser que abre sus sentidos a los sucesos cósmicos y a sus leyes. Su actuación es determinada por lo que experimenta en los misteriosos fondos de su Vida extremadamente consciente. Tales experiencias confieren un poder mágico a la palabra, e incluso al pensamiento. El Sabio, precisamente por su conexión con el Sentido universal, tiene el poder de modelar el mundo. Por eso se muestra contenido en su comportamiento externo...
A partir de esto podemos desvelar algo de la vida personal de Lao Tsé. Por un lado es un místico, que amplía su sí mismo individual fundiéndolo con el sí mismo universal y que ha llegado a contemplar la Unidad. De tal contemplación nacen los celajes de sus palabras, que fluyen incesantemente, al igual que la nube que llevó a Fausto por encima de los abismos se transformaba alternativamente en Helena y en la ilusión de Gretchen. Por otro lado, Lao Tsé también es un mago...
Pocos han penetrado tan profundamente como él, en el curso de sus contemplaciones, en el tejido de las fuerzas cósmicas, exponiendo las reglas que tenemos que seguir para poder disponer de ellas una vez, que hayamos aprendido a renunciar al yo, que correría los mayores peligros si se viera expuesto a las mismas...
La comparación con Fausto es bastante fructífera. También en el caso de Fausto, después de que probara un erróneo camino inicial, que pretendía conducir a una comprensión directa de lo inalcanzable y ocurriera la correspondiente catástrofe, también ahí, digo, hallamos una doble vía hacia lo alto. La doble vía consistía por un lado en la mera contemplación de lo visible y su belleza -la dirección mundana- y por el otro, en la acción que nace de las experiencias interiores, la cual, aunque se quiebre al final, permite al ojo ciego contemplar lo eterno femenino. Pero la acción mundana de Fausto, que subyuga y utiliza las fuerzas satánicas, es la acción de un titán occidental. La acción metafísica de Lao Tsé, que escucha a la naturaleza y sabe crear sin herramientas, es la acción del mago de oriente...
-Extractos del capitulo 4 “La Filosofía Practica”, sobre comentarios del “Tao Te king” del Sabio Lao- Tse-
-Editorial Sirio-