No solamente los líderes espirituales y otras personas pueden ayudarnos a aprender a amar, sino también las plantas, si queremos aprender.
¡Las planas también son los seres vivos! Y como todos seres vivos pueden sentir, e incluso son capaces de reaccionar emocionalmente. Las plantas son cuerpos físicos con unidades de Vida encarnadas en éstos, tal como nosotros somos.
Y hay que tratar con las plantas teniendo esto en cuenta, si queremos perfeccionarnos en el amor.
Es más, con la ayuda de las plantas, podemos refinarnos a través de sintonizarnos con éstas. Existen especies diferentes dependiendo de su índice de sutileza.
Así, el roble es la especie energéticamente más grosera de todos los árboles de la parte norte europea de Rusia. Mientras que de los pinos, abetos y abedules (precisamente, del abedul blanco) y de algunos álamos podemos aprender mucho.
Los árboles mencionados anteriormente siempre mantienen su calma y sutileza.
La actividad bioenergética de un árbol depende de la estación. Así, los abedules nos regalan su sutileza más intensamente en la primavera, en el período del movimiento activo de la savia. Es mejor trabajar con el pino en el verano, cuando hace calor, y con el abeto, durante el período frío del año.
Siempre que hablo de trabajar quiero decir, comunicarnos energía vital de amor.
Hay también diferencias bioenergéticas entre las plantas de una misma especie.
Así, las plantas que crecen en condiciones desfavorables, por ejemplo, en la espesura del bosque o sobre tierra inadecuadamente humectada son bioenergéticamente más débiles.
Mientras que, los árboles que crecen en espacio abierto normalmente son sanos y llenos de energía.
Algunos especialistas en bioenergética han empezado a fantasear que algunos árboles nos dan energía, mientras que otros la toman, por eso de los primeros uno debe alimentarse y de los segundos, cuidarse, como de los «vampiros».
Estas fantasías nacen, incluso, debido a la escasez de información que uno puede obtener a través de la varilla de biolocación y el péndulo, a distinción de la posibilidad de entrar en relaciones armónicas de amor emocional con las plantas, uniéndose con éstas con la conciencia.
En realidad no hay plantas que «succionan» la energía de los hombres.
Y tampoco nosotros tenemos el derecho ético para usar la energía vital de otros seres vivientes como consumistas.
¡Permítanos enfatizar esto! Este es el punto principal de la ética espiritual.
¡No hay ningún lugar para el consumismo en el camino espiritual! ¡Hay sólo lugar para el amor que regala, para el amor-armonía!
La persona espiritualmente avanzada establece relaciones de amor con las plantas.
Vamos a acercarnos a un árbol con amor, sintonicémonos con éste en la armonía de las emociones sutiles, regalémoslo nuestro amor- ternura, y entonces éste responderá con su amor.
Siempre y cuando se encuentren dos seres que dirigen el vector de su amor no hacia sí mismo, sino hacia el otro, solamente entonces llega una armonía verdadera entre una persona y una planta, entre dos almas y su Creador.